lunes, 6 de septiembre de 2010

VIA CRUCIS PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES

( Para usar esta imagen en su trabajo copie y pegar en el word en una hoja tamaño carta ajustandolo por medio de la herramienta de recorte)

VIA CRUCIS PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES



Traducido y adaptado de una edición de Baltimore, USA, preparada por W.J. Mc Loughlin.

Cada estación puede empezar con una jaculatoria (“Te adoramos, Cristo y te bendecimos…) o con una estrofa de un canto. Y entre la reflexión y la oración es bueno hacer un momento de silencio.


Oración inicial

Jesús, vamos a recorrer contigo las estaciones de tu agonía y tu muerte. Vamos a pasar un poco de tiempo contigo, renovando el sacrificio que nos dio la vida. Por ese sacrificio tuyo en la Cruz somos cristianos, y hemos recibido las gracias de Dios. Por ese sacrificio tuyo hemos sido salvados. Ayúdanos a comprender un poco mejor, a amar un poco más, para que después de meditar sobre estas quince estaciones de tu Vocación salvadora, nosotros mismos nos decidamos a dar algo de nosotros. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

1. Jesús, condenado a muerte

1. Jesús, condenado a muerte

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Estás totalmente solo. Ningún amigo te ayuda. Nadie va a defenderte. Has gastado toda tu vida ayudando a los demás, haciendo milagros, curando y haciendo favores a todos. Cuando yo soy acusado, por mis padres o maestros, por algo que no he hecho, ayúdame a recordar la que Tú hiciste por mí, cómo aceptaste las acusaciones y no te quejaste.

Oremos: Oh Dios, muchas veces la gente no parece entenderme. Saltan a conclusiones y me gritan por algo que no he hecho, o no tenía intención de hacer, Ayúdame a aceptar los errores de los demás como Tú aceptaste los errores que yo cometo en mi vida. Por Cristo Nuestro Señor. Amén.

Pequé, Señor, pequé.
Ten piedad y misericordia de mí

2. Jesús acepta su Cruz

2. Jesús acepta su Cruz

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

En el momento en el que cargas con la cruz sobre tus hombros, ya sabes con seguridad que no te la quitarán hasta que te encuentres clavado a ella en el monte Calvario. Pero la aceptas igual. La cruz son todos los problemas, y los problemas nadie los quiere. La cruz no es nada dulce, pero es algo que forma parte de nuestra vida humana. No creo que te pueda prometer que buscaré la cruz a lo largo de mi vida, pero lo que sí te prometo es que intentaré llevarla cuando me la envíes Tú.

Oremos: Oh Dios, mis problemas les suelen parecer pequeños a muchas personas mayores, pero Tú sabes que no son pequeños para mí. Estas cruces no son fáciles de llevar, pero cuando esté a punto de quejarme de ellas, ayúdame a recordar a Cristo y su Cruz.

Pequé, Señor, pequé.
Ten piedad y misericordia de mí

3. Jesús cae por primera vez

3. Jesús cae por primera vez

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Has perdido mucha sangre, oh Cristo, por el brutal trato que has recibido. Estás débil y a punto de desmayarte de dolor. Y ahora caes al suelo. Nadie parece dispuesto a ayudarte, tampoco. Los soldados te dan empujones y patadas y te gritan que te levantes y sigas caminando. Caes de debilidad pero de alguna manera logras encontrar fuerzas para levantarte y seguir tu camino. Sigues con lo que has empezado.

Oremos: Oh Dios, sé que muchas veces empiezo cosas y luego me canso de ellas. O bien no las hago bien o intento olvidarme de ellas. A veces me tienen que regañar en la escuela porque no pongo atención en lo que estoy haciendo. Ayúdame, oh Dios, a ser como tu Hijo. Ayúdame a ser constante en las cosas buenas que he empezado y a llevarlas hasta el final lo mejor que pueda.

Pequé, Señor, pequé.
Ten piedad y misericordia de mí

4. Jesús encuentra a su madre

4. Jesús encuentra a su madre

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

En medio de los gritos y los insultos que te dirigen tantas personas, finalmente encuentras a alguien que te quiere bien y que siente dolor por ti. Es tu Madre. Ella no puede hacer mucho para detener tu sufrimiento, pero te dirige una mirada que te muestra que está sufriendo contigo, y eso te ayuda en tu camino. Alguien te entiende.

Oremos: Oh Dios, Tú me diste a mis padres. Nadie más en todo el mundo es mi padre y mi madre. Gracias por este regalo que me has hecho. Por muy duras que sean las cosas en la vida, yo sé que ellos están ahí y que de veras me quieren. Ayúdame a mostrarles yo también mi amor.

Pequé, Señor, pequé.
Ten piedad y misericordia de mí

5.Simón ayuda a Jesús a llevar la Cruz

5.Simón ayuda a Jesús a llevar la Cruz

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Los soldados tienen miedo de que no seas capaz de llagar hasta el monte, para la crucifixión. Estás cada vez más débil. Por eso llaman a un hombre en la multitud, un hombre llamado Simón de Cirene, el Cirineo, y le obligan a llevar tu cruz durante un rato. El no quiere, pero le obligan. A él le gustaría más bien estar allí, mirando, viendo lo que pasa. El no había venido para ayudarte: pero ahora está llevando tu Cruz.

Oremos: Oh Dios tengo que confesar que yo soy bastante como este Simón. Cuántas veces podría haber ayudado a otras personas: por ejemplo cuidando a mis hermanitos pequeños, o ayudando a un compañero de clase en los estudios, o prestándome a ir a la tienda o a preparar los platos de la mesa. Ayúdame a hacer algo más que estar ahí y contemplar lo que pasa a mí alrededor. Ayúdame a ayudar a los demás.

Pequé, Señor, pequé.
Ten piedad y misericordia de mí

6. La Verónica seca el rostro de Jesús

6. La Verónica seca el rostro de Jesús

Te adoramos, oh Cristo, y te bendecimos.
R. Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

De repente se detiene la marcha hacia el Calvario. Una mujer se adelanta. Su nombre es Verónica. Toma un lienzo de tela y te seca la cara, para quitarte el sudor y la sangre. Te ofrece un poco de alivio. Y para premiar su bondad, Tú haces que en la tela quede impreso tu rostro. A pesar de que estás a punto de morir, sigues haciendo el bien a todos.

Oremos: Oh Dios, enseñame a dar un poco de mí mismo a todo el que me necesita. Enséñame a salir de mi propio camino y a ayudarles aún cuando no me lo hayan pedido. Ya sé que hace falta mucha valentía para ser como la Verónica: ayudar a los que han caído en desgracia y son objeto de burlas de la gente. Ayúdame a ser como ella, o sea, a ser un buen cristiano.

Pequé, Señor, pequé.
Ten piedad y misericordia de mí